28 enero, 2011

El teatro como la vida, la vida como el teatro... ya no hay diferencia.

La verdad es que esta película me ha gustado bastante. Trata sobre un joven, Alfredo Baeza, que decide crear un grupo de teatro al que llamará Noviembre, basado en un arte más libre, hecho con el corazón y capaz de hacer que la gente se sienta viva. Alfredo cree en un arte libre, a través del cual puede cambiar el mundo, el estado de las cosas. Pero el principal motivo que le lleva a crear Noviembre a Alfredo, su principal fuente de inspiración es su hermano, Alejandro, que sufre una parálisis. Alfredo quiere luchar contra esto, no quiere ver a la sociedad inmóvil, sin hacer prácticamente nada como ve a su hermano. Quiere que la gente forme parte de la función, que reaccione, por eso se traslada a la calle y no a un escenario, porque la gente que camina tranquilamente no se espera lo que va a suceder, puede formar parte del guión, y no se limita a estar sentada en una butaca viendo lo que ocurre y sin poder participar. En un momento de la película, Alfredo está a punto de venderse, deja de creer en lo que en un principio decía y con ello siente que de alguna forma ha decepcionado a su hermano. Cuando Alfredo se da cuenta de esto, decide hacer otra de sus actuaciones con el grupo Noviembre. El final me sorprendió bastante, es un poco triste pero es una de las escenas que más me gustó de la película. Realmente muestra como una persona lucha por algo que cree hasta el final.


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